Números.

Te pido un beso,

los dos sólos,

en tres estaciones,

en cuatro cumbres,

tomándonos un quinto,

en tu sexto piso,

en el séptimo de caballería,

en el octavo lunar de tu cuerpo,

en la novena sinfonía,

en la décima de tu poesía.

Yolanda Berasategui Serrano.

Qué hablar sobre estos casi-cuatro años que nos conocemos. Mm, ¿por dónde empiezo? No sé, tal vez así, tal vez asá. Por aquí, por allá. Escribiendo tonterías.

Jamás pensaría que alguien como tú llegaría a ser mi mejor amiga, con quien compartir tardes inolvidables, a quien escribirle cosas de estas raras que se escriben cada no se cuanto tiempo y que suelen pasar de moda. Pero no podría explicar fácilmente y con pocas palabras que esta chica, que sueña con ser la loca bailarina de New York ha llegado a completar un trocito más de mí.

Le doy las gracias porque siempre ha estado ahí, nota sin decirle nada cuando estoy mal, y cuando estoy más happy o nerviosa de la cuenta ella me dice que: Tacha' relájate.

No sé, esas palabras me han marcado la patata.

Llevo como 10 minutos escribiendo esto y lo único que me viene a la cabeza es cuando dice que va despeinada. Buas. ¡Vaya pelos!

Nah, ahora en serio, puede ser que pasen los años, los días, incluso siglos (exagerando un poco), pero será mi cuquimongui por encima de todo, porque es cuqui, pero mongui mucho más.

Habrá que quererle.

Fdo: Tu amiga recogida de la calle.

Yo por ti, tú también por ti.

Escalando montañas para llegar a tu sonrisa,
escapando de casa para verte cada día,
soñando contigo para saber que sigo viva,
dejándome los nudillos para hacerte feliz en esta vida.

Recordarte.

Recordarte de una manera estúpida,

sin sentido, vacilando a los sentimientos,

perdiendo el control, aumentando mis latidos.

Y seguiría haciéndolo, seguiría recordándote,

seguiría perdiendo el tiempo.

Quise decirle que le amaba.

Pero no tenía tiempo.

—¿Me quieres?—Pregunté.

Afirmaba muchas veces la pregunta y muchas otras la dejaba pasar, pero que más dará, sigo sin encontrar el minuto exacto para decírselo...

Soñaba con abrazarle, sentirle cerca e incluso ver como sonríe por mi culpa.

Y siempre será la misma rutina, esa que te acaba por dentro y te deja sin habla.

Quiéreme como antes.

A tu lado, cada noche que me encontraba cerca de ti,
mi cuerpo temblaba sin sentido alguno,
cogiendo tus manos por miedo de que te fueras,
pero de repente algo me decía que estábamos demasiado dormidos,
y que los sueños, sueños son.

Adrenalina,
adrenalina cuando te veía sonreír,
cuando notaba tus brazos rodeando mi cuello,
cuando cada tontería que decías,
era mi puta inocencia contra el mundo.

Pero estamos cerca y vivimos demasiado,
separados con ganas de desgastarnos los labios,
sin tocarnos ni si quiera,
sólo deseando otra mirada.

Miradas de esas que el ruido del silencio,
se haga eterno,
y con ello, junto a toda esta mierda que nos divide,
un abrazo de estos que cierren los ojos.

Porque dicen -que los ojos son el reflejo del alma-,
pero tú, con esos pedazo de cielo,
haces que mi vida se convierta en un suspiro,
un suspiro de esos tontos.

Nada de lo que escribo ahora tiene sentido,
no tengo ni ganas de hacerlo,
y no es que me haya quedado en blanco,
si no que echo de menos tus miedos,

y eso hace que me acuerde de ti,
cada vez que te olvido.